lunes, 17 de febrero de 2014

ARTE POPULAR ECUATORIANO

El arte y la cultura popular de Ecuador poseen una larga tradición. Quito fue un importante centro artístico durante la colonia y los artesanos ecuatorianos aún producen réplicas de las obras maestras de la escuela quiteña. Existen celebraciones tradicionales muy arraigadas como finados, carnaval, Semana Santa, etc.
Algunas comunidades indígenas y mestizas se han especializado en diferentes tipos de artesanías: maderas talladas en San Antonio, artículos de cuero en Cotacachi, mantas de lana en Otavalo, alfombras en Guano y sombreros de paja toquilla en Montecristi y cerca de Cuenca. La música contemporánea recibe mucha influencia de la cumbia colombiana y de la salsa caribeña, y las orquestas ecuatorianas componen sus propias versiones con temas locales.
Probablemente la figura más representativa del arte moderno ecuatoriano es el pintor Oswaldo Guayasamín. Su obra ha recibido atención a nivel internacional a través de su tratamiento de la problemática social del país.
La novela indigenista de Jorge Icaza titulada Huasipungo, que relata los problemas de los indígenas andinos en una sociedad latifundista, también ha atraído reconocimiento internacional para la literatura ecuatoriana.
En años más recientes muchos novelistas notables han sido originarios de la costa: los más conocidos son Luis A. Martínez, Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert, Alfredo Pareja Diezcanseco y José de la Cuadra. La ciudad de Cuenca es famosa por sus poetas que incluyen a Jorge Carrera Andrade y César Dávila Andrade.
En los días festivos se preparan comidas y bebidas específicas para la ocasión. Durante la Semana Santa es muy común comer fanesca, una sopa tradicional muy popular en todo el país. La fanesca combina una multitud de ingredientes de la zona andina y de la costa. La salsa de ají (una variedad de chile) se consume con todas las comidas.
Un plato típico de la costa es el ceviche, hecho con camarones o pescado encurtidos en jugo de limón y mezclados con cilantro y cebollas. La cocina costeña ecuatoriana también incluye plátanos fritos y una variedad de platos preparados con arroz. La cocina andina ecuatoriana se destaca por sus sopas y estofados (stews) hechos con cereales y tubérculos como la oca y el melloco.
La Casa de la Cultura Ecuatoriana, fundada en la década de los 40, tiene sucursales en las ciudades más grandes del país. Esta organización también dirige investigaciones de tipo cultural e histórico, los Archivos Históricos Nacionales son una subdivisión de esta entidad.
Esta característica la determina también el hecho de que el artista popular ejecuta sus obras con un fin meramente práctico, para satisfacer una necesidad", a diferencia del artista erudito para quien el valor estético en su obra es trascendental, de allí que el artista popular "no se sienta depositario del patrimonio cultural" y "no se empeñe en individualizar su obra".
Hablamos de Artesanía siendo Arte Popular, y viceversa. Básicamente el error y la confusión parte del hecho que el Arte Popular, por su origen, desarrollo y utilidad, abarca algunas artesanías. Sucintamente establezcamos las diferencias existentes entre estos dos géneros, tomando en cuenta para ello el "ámbito de trabajo, la técnica, la enseñanza y el medio so­cial al que está destinado", aspectos conside­rados por la ya citada "Sociedad del Arte Po­pular" de Chile. El taller en la artesanía es co­lectivo, organizado, existe un maestro y oficia­les "quienes practican un oficio bien determi­nado tendiendo a la producción en serie".
En el Arte Popular quien trabaja no tiene profesión determinada, económicamente hablando, rea­liza su obra paralelamente a otras actividades en "cualquier rincón de la casa", sin implementos especiales y producción en escala reducida.
En relación a la técnica, en la artesanía es "oficio técnico, racional, más o menos desarrollado", cuenta con pequeñas instalaciones, hay división del trabajo y salario a los obreros.
El Arte Popular no dispone de herramientas ni recursos técnicos, "más bien son hereditarios". Un hombre realiza todo el trabajo. Finalmente, el medio social de consumo de la artesanía es más extenso que el del Arte Popular y sirve durante todo el año.
Por tradición cultural, Ecuador es un país donde se elabora una gran variedad de artesanías con materiales muy diversos y creativos que se encuentran en su territorio. La artesanía ecuatoriana se destaca por sus coloridos diseños y creativas formas, que reflejan la riqueza de nuestras cuatro regiones naturales.

ARTE DE LA COLONIA EN ECUADOR

Los particulares estilos de pintura, escultura y arquitectura que sobresalen en las calles y llenan muchas iglesias y monasterios del histórico Quito nacieron de la Escuela Quiteña Tenemos, en primer lugar, la gran pintura. Todos eso mártires lacerados y gangrenosos (pintados) bajo la torva vigilancia de los mastines del Santo Oficio (Raúl Andrade), sobre los cuales uno se pregunta dónde reside finalmente su valor artístico. Los críticos siglo-ventinos del Ecuador elevan a la categoría de baremo estético la habilidad imitativa, y más que en términos de creación plantean el problema artístico en términos de reproducción (no de la realidad, sino de otras obras de arte). Si algo refleja el arte colonial del medio en que se produjo, no es otra cosa que una total alineación: técnica, cromática, de temas; todo nos remite a una situación existencial poblada de manos indias y mestizas produciendo dioses blancos con todos los detalles blancos exigidos por el blanco colonizador.

El artista Colonial
El artista colonial era quien pintaba y hacia también las artes plásticas, por esa razón, fueron dejadas estos oficios al afán de los blancos pobres, de los mestizos, de los indios.
Si escribir era, en tiempos virreinales, un medio de ascender al nivel superior, esculpir o pintar apenas fueron maneras de escapar a la peor condición. Para decir la verdad, ni siquiera puede afirmarse que haya existido un estatuto de artista en la sociedad colonial. Fueron las artes coloniales consideradas como oficios artesanales; como tales constaron, junto a otros oficios, en el programa del colegio popular San Andrés, al comenzar la colonia, y como tales las hallamos, al finalizar la misma, en el programa de enseñanza del taller de los maestros indígenas Sangurima. Por eso no es raro encontrar cuadros sin firma alguna; tan poca importancia se acordaba a la persona del pintor o escultor.
El Artista Colonia tenía que limitarse a ejecutar servilmente los pedidos y, como la poesía, la inspiración estaba aquí por demás. En los contratos se estipulaba hasta el último detalle: tamaño, disposición de elementos, colorido, matiz. Las posibilidades del arte de entonces estaban, pues, rigurosamente codificadas, y la libertad del artista era limitada (la libertad era un concepto desconocido en aquel momento cultural).

Obras coloniales
Las iglesias y conventos: Las iglesias y conventos de Quito brindan un prisma envidiable para los turistas al observar el trabajo majestuoso del artista colonial, así como se puede apreciar algunas de las más relevantes piezas de arte religioso y artesanía.
La Escuela Quiteña, que floreció en el siglo XVII, está viva y se preserva en los pasillos, claustros, refectorios y patios de los grandes templos religiosos de la ciudad.
Artesanos: Desde tiempo inmemorial, las artesanías creadas por manos diestras y hábiles, transmitidas de generación en generación, han sido un componente esencial de lo que se conoce como "cultura popular". En Ecuador, esta manifestación cultural refleja las tradiciones del país: enigmático, a ratos puro y mixto, urbano y rural, único y comercial.
Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad (Centro Histórico):
Es el más grande de América. Alberga iglesias, capillas, monasterios y conventos coloniales, plazas, museos y encantadores patios internos, edificaciones republicanas e interesante arquitectura de inicios del siglo XX, además de obras contemporáneas notables que hacen de este un lugar de enorme valor histórico, arquitectónico y estético. Refleja absolutamente todo el trabajo que realizaron nuestros artistas bajo una opresión de la colonia, creando así una serie de obras realmente majestuosas, dando así a Quito el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
  
RASGOS DE LA ESCUELA QUITEÑA

Escuela quiteña es como se ha llamado al conjunto de manifestaciones artísticas y de artistas que se desarrolló en el territorio de laReal Audiencia de Quito, desde Pasto y Popayán por el norte hasta Piura y Cajamarca por el sur, durante el período colonial (segunda mitad del S. XVI, XVII, XVIII y primer cuarto del S. XIX); es decir durante la dominación española (1542-1824).
La Escuela Quiteña alcanzó su época de mayor esplendor entre los siglos XVII y XVIII, llegando a adquirir gran prestigio entre las otras colonias americanas e incluso en la corte española de Madrid. También se la considera como una forma de producción y fue una de las actividades más importantes desde el punto de vista económico en la Real Audiencia de Quito.
La fama de este movimiento alcanzó tanto prestigio, incluso en Europa, que se dice que el rey Carlos III, refiriéndose a la escuela quiteña y a uno de sus escultores en concreto, expresó: «no me preocupa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis colonias de América yo tengo al maestro Caspicara».
  
Características
Como fruto del sincretismo cultural y del mestizaje las obras de la Escuela Quiteña se caracterizan por la combinación y adaptación de rasgos europeos e indigenistas y en sus etapas refleja todos los estilos imperantes en cada época en España y así tiene elementos renacentistas y manieristas; durante su apogeo es eminentemente barroca concluyendo con una corta etapa rococó que desemboca en un incipiente neoclasicismo hacia la fase de transición a la etapa republicana.
Además de los aportes españoles, recibe múltiples influencias flamencas, italianas y moriscas, las cuales íntimamente enraizadas en la tradición indo-americana, le dan una particularidad especial, diversa de sus fuentes, pues su resultado es mestizo.
Una de sus características comunes de la Escuela es su «técnica de encarnado» (como se llama en pintura y escultura a la simulación del color de la carne del cuerpo humano) que da una apariencia más natural a la piel del rostro de las esculturas. una vez que la pieza estaba tallada y perfectamente lijada, el oficial del taller procedía a recubrir la madera con varias capas de yeso con cola; luego de cada capa, se pulia perfectamente hasta conseguir un acabado perfectamente liso; luego de lo cual se daba el color en varias capas sumamente fluidas que se transparentaban permitiendo la mezcla óptica de los colores superpuestos; se iniciaba con los colores de sombras (azules, verdes, ocres); luego se daban los colores claros (blanco, rosa, amarillo); para terminar con los colores de resalte (naranja y rojo para las mejillas sonrosadas, las rodillas y codos de los niños; azul oscuro, verde, violeta, para las heridas y moretones de los cristos o para las sombras de la barba incipiente de personajes imberbes. Finalmente se golpeaba la escultura con la vejiga de un cordero y saliva, para darle un brillo desconocido en Europa.
Además de sus obras de perfecta proporción anatómica, otro mérito de la Escuela Quiteña fue el descubrimiento de nuevos pigmentos, los ocres oscuros se conseguían a partir de huesos de animales, los ocres bermellones del ataco y achiote y colores más fuertes eran obtenidos de insectos como la cochinilla. Otra característica es la representación serpenteante del movimiento de los cuerpos, en las esculturas principalmente; al igual que la aplicación primero de pan de oro o de plata y luego a una pintura aguada que permite que el brillo metálico dé una apariencia especial.
Las características que denotan su raigambre indígena son:
  • Se da una "quiteñización" de los personajes, muchos tienen rasgos mestizos y atuendos locales;
  • Aparecen con frecuencia costumbres ancestrales aborígenes;
  • Las escenas se ubican en un ambiente propio del paisaje andino, de sus ciudades, de su arquitectura;
  • Existe la presencia de fauna local (llamas en lugar de camellos y caballos; cuy en sustitución del Cordero Pascual; monos, zarigüeyastapiresfelinos, junto con los clásicos borregos de los pastores, etc.), y la flora nativa se descubre en guirnaldas, bordados, incrustaciones, platería, tallas, etc.) al igual que la adopción de plantas vernáculas sustituyendo las de la iconografía tradicional europea; · en escultura y pintura hay presencia de personajes y costumbres propios del medio; · el ejecutor de la obra de arte es el artesano local, de milenaria tradición artística propia; se da una adopción por "naturalización" de los santos europeos, por ejemplo, San Jacinto de Polonia se conoce como San Jacinto de Yaguachi.

EL ECUADOR Y EL ARTE A PARTIR DEL SIGLO XIX

Fue uno de los últimos baluartes del periodo político español, y sólo quedó totalmente libre en 1822 a raíz de la batalla definitiva de Carabobo. Pese al ambiente de inquietud política, la ciudad de Quito continuó con su tradición artística, y por el empadronamiento de 1825 sabemos de la existencia de los siguientes pintores y escultores: Antonio Salas, Diego Benalcázar, José Olmos, Javier y Matías Navarrete, Mariano González, Antonio Vaca, Feliciano Villacreces, José Díaz, Mariano Flor, José Páez, Pedro Villagrán, José María Riofrío, Mariano Unda, Mariano Rodríguez, Javier Pazmiño, Agustín Vaca, Ignacio Mora, Joaquín Paz y Baltasar González. EL arte ecuatoriano del primer tercio del s. XIX siguió apegado a la tradición religiosa, aunque algunos artistas ensalzaron con sus pinceles los hechos gloriosos de la independencia y sus personajes políticos. La primera reacción oficial de vitalizar la tradición artística del país se debe al mismo S. Bolívar (v.), que señaló una pensión vitalicia a Gaspar Sangurima, hijo de la ciudad de Cuenca; poco después se ordenó que se estableciese en esta ciudad, bajo la dirección de este artista, una Escuela de Pintura, Escultura, Arquitectura y Artes Mecánicas, cuyos estatutos se aprobaron el 20 oct. 1822. Fundación más importante fue, ya en 1852, la Escuela Democrática Miguel de Santiago, en Quito, con la misión de «cultivar el arte del dibujo».

El artista más importante, que representa en el s. XIX el nexo con la tradición barroca, fue Antonio Salas, muerto en 1860, y al que se puede considerar como padre del movimiento artístico novecentista. Los impulsos renovadores empezaron a cobrar mayor fuerza a mediados de siglo. Precisamente en 1854 el Gobierno ecuatoriano envió a Europa a Rafael Salas y a Luis Cadena; el primero, hijo de Antonio Salas, fue el introductor del género paisajístico en E. Otro artista educado en Europa fue José Carrillo, protegido de lord Cochrane, que alcanzó fama como miniaturista. El mayor fruto de la Escuela Miguel de Santiago fue la figura de Juan Manosalvas (18401906), al que se considera como un genio del arte nacional ecuatoriano; estudió en Roma y se dejó influir por el arte de M. Fortuny (v.) como acuarelista. Seguidor de Manosalvas fue Joaquín Pinto, cuya obra más conocida es el Dies Irae, y el último exponente de la pintura en Quito fue Antonio Salguero (1864-1920). Fuera de la capital hay que mencionar al guayaquileño Alfonso Medina, que trabajó buena parte de su vida en Roma, especializándose en paisaje; otro paisajista fue Rafael Troya, fundador de la Escuela de Pintura en Ibarra.
La escultura del s. XIX tuvo menos representantes, pero hay que recordar a Ignacio Benalcázar, Severo Carrión (autor de la famosa estatua de la justicia en la escalera principal del Palacio de Gobierno), Manuel Vaca Ribas y el cuencano Miguel Vélez, considerado como el mejor escultor ecuatoriano después de Caspicara.
El punto de partida de la arquitectura ecuatoriana del s. XIX fue Juan Pablo Sanz (1820-97), que destacó además en la pintura y litografía. La enseñanza de la arquitectura quedó encuadrada en la Escuela Politécnica que creara el presidente García Moreno, y en la que destacaba Gualberto Pérez, aunque el arquitecto más descollante fue Mariano Aulestia, autor de la iglesia neogótica de N. S. de las Lajas, al sur de Colombia. Al fin se produjo el aporte extranjero, personificado en los arquitectos alemanes Reed y Schmidt; el primero fue traído por García Moreno y es autor de la famosa Penitenciaría. Arquitecto ecuatoriano formado en Italia fue Luis Aulestia, autor del Palacio de Bellas Artes.

A fines del s. XIX, agotada la generación de Manosalvas, Pintos y Salas, oficialmente se pensó en la regeneración del arte ecuatoriano, y se cambió la política de enviar pensionados a Europa por la de traer maestros europeos. Ya en 1871 el presidente García Moreno trajo al escultor español González Jiménez, a quien puso al frente de la Acad. de Escultura. En 1906 fueron contratados en Europa el pintor Raúl María Pereira, el arquitecto Giacomo Radiconcini, el escultor Carlo Libero Valente que, juntamente con los ecuatorianos Wenceslao Cevallos y Antonio Salguero, organizaron la Escuela Nac. de Bellas Artes; nuevos profesores vinieron a completar el cuadro: así, en 1912 llegó el dibujante francés Paul Alfred Bar, que introdujo el impresionismo, tendencia ésta que vino a subrayar el pintor norteamericano Harold Putnam Browne. En 1915 vino el escultor italiano Casadio. Los últimos profesores extranjeros que han dado vitalidad a la escuela ecuatoriana han sido el pintor alemán Carlos Barnas, la pintora húngara Olga Anhalzer y el arquitecto checoslovaco Carlos Khon Kagan.

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